Algo salió mal, muchachos. Ya no es hora de los análisis políticos estériles, sino de las reflexiones filosóficas y fundamentalmente psicoanalíticas que pueden aportar algo al entendimiento (no a la comprensión) de aquello que permanece oculto o velado de la política.
Es que en los sectores progresistas y en las izquierdas, salvo excepciones que no son pocas, no se lee lo que la urgencia de la encrucijada requiere. Las lógicas propias del ultra-neoliberalismo, o post-neoliberalismo, se reproducen hasta en los sectores que se les oponen.
Muchos individuos autodefinidos progresistas, terminan reproduciendo involuntariamente y sin saberlo, las mismas lógicas a las que creen oponerse. Así está el mundo, y la Argentina en particular.
Las posibles causas del avance "libertario" en la Argentina son diversas y variadas. Conjeturemos algunas de ellas:
1) La descomunal tragedia educativa que viene sufriendo el país desde el período menemista con una desregulación y un vaciamiento alevoso de los contenidos educativos, el fuerte recorte de materias como historia, lengua, literatura, filosofía, matemáticas, física, química, etc., en favor de asignaturas como tecnología, computación y otras instrucciones que, si bien son necesarias en esta época, no hacen directamente a la formación de la personalidad y de los valores de la persona humana. La educación debería ser no sólo instructiva, sino fundamentalmente formativa.
En este país es urgente una revolución educativa que intente revertir, aunque sea parcialmente, la brutal decadencia y el proceso de desculturación y deshistorización. Si no hay revolución educativa, no hay salida.
2) Una buena parte de la población argentina está hoy gravemente desinformada: habitantes de un eterno presente, sin dimensión histórica ni visión de porvenir o futuro. Muchos de ellos no deben seguramente saber qué es lo que votan y ni siquiera están en condiciones de discernir entre un candidato y otro. Posiblemente algunos no sepan en qué año viven. Muchos jóvenes ya no ven televisión ni leen los diarios ni nada de nada y permanecen encapsulados en la fascinación de su propio espejismo planetario y hasta están en muchos casos perdiendo el lenguaje, un lenguaje que empieza a quedar reducido a unas pocas palabras por fuera de la dimensión simbólica.
3) El ultra-neoliberalismo, que no es sólo un modelo económico-financiero, sino fundamentalmente una gran maquinaria de transformación de la subjetividad, un artefacto de colonización mental, está hoy abocado a dar por tierra con todo rastro o vestigio del sujeto moderno, es decir, del sujeto de la razón, de la ciencia, de la conciencia de misión en la historia, de conciencia de clase, del pensamiento, de la auto-observación en una moral, etc.
4) El ultra-neoliberalismo o post-neoliberalismo o tecno-feudalismo, o como quieran llamarle, ha instrumentado hoy el goce como una metodología política y lo ha puesto a su servicio. Ha recurrido no al "principio del placer" (a la idea de que todo sujeto busca la satisfacción en su bienestar y evita el dolor y el sufrimiento), sino al "más allá del principio del placer" freudiano (a la satisfacción en el sufrimiento y la desdicha). Sabe que lo que muchos sujetos buscan no siempre es su bien, o mejor dicho, que no siempre su bien coincide con su bienestar. Todo un tema a la hora electoral.
5) La declinación de las instituciones y de los ordenamientos simbólicos, confina a los sujetos en la primacía de lo imaginario, es decir, en la paranoia, la desconfianza, la construcción del otro como enemigo, el refugio en la propia agresividad desplegada sobre los otros. Y fundamentalmente en el goce perverso del ver caído al otro, al vecino, al congénere, aun a costa del propio padecimiento.
6) Es hora de aceitar los conceptos y salir de las viejas categorías de análisis políticos domésticos, de entrecasa, y pensar las cosas en función de una geopolítica que requiere, desde luego, de otros niveles de análisis.
7) Falta una política de integración nacional, integración que debe atender principalmente a la subjetividad y a la noción de país, a la remoción de los prejuicios centralistas que tanto daño han causado.
La política argentina se ha transformado en una instancia de refugio de los peores, de los más oportunistas e inescrupulosos, que ven en ella una suerte de ascenso y salvación personal a cualquier precio. Hay en la política hoy: maquilladoras devenidas de la noche a la mañana en diputadas, reposteras vendedoras de tortas, jóvenes amantes, individuos locos, contadores públicos que se presentan como economistas y todo un bestiario propio de las obras de terror.
(*) Escritor y psicoanalista
© Antonio Gutiérrez - Agensur.info
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